sábado, 29 de abril de 2023

 DE MONTAÑA POR ASTURIAS

Tania Plaza: la historia de un sueño hecho realidad en las montañas


Tania Plaza

     Esta me pareció una historia que merecía la pena tener en mi blog como recuerdo, yo lo transcribo el 4 de julio de 2022 y fue puesto en el comercio el martes, 10 de marzo de 2022.

    Es la primera mujer en España en ser guarda de un refugio de montaña, pero su historia e idilio  de amor por las montañas va mucho más allá. Hace algunas semanas de jueves estaba dando una charla en Trasona, acercando su ejemplo de superación, esfuerzos y amor por la vida montañera.

Tania en su refugio del Meicín


          Verano del año 2010 : en algún lugar de Langreo (Asturias), una camarera llamada Tania, enamorada de la montaña, del alpinismo y de las sensaciones que estos provocan las cuenta las horas para que sea martes, día de descanso que siempre utiliza para hacer rutas.


Tania Plaza y Gummo ttransportando materia les y comida para el refugio

    Por su cabeza cruzan decenas de pensamientos: quedan demasiadas jornadas interminables para que vuelva a ser martes. Y la meteorología que anuncian no parece la ideal para ir al monte. Además , el dichoso martes pasa volando y parece que cada semana tarda más en llegar...Y entonces, de repente, una bombilla se enciende en la cabeza de Tania, una idea potente y seductora que la acompaña el día entero y sobrevive al día siguiente, cobrando peso e importancia: tomarse un año sabático para recorrer, en solitario, los montes y puertos de Asturias.


La Ubiñas y las montañas del refugio del Maicín


          <<No tenía ni hipoteca ni hijos ni compromisos sociales más allá de la jornada laboral. Así que me decidí, hablé con mis seres queridos, rellené una mochila con comida y todo lo necesario para hacer vivac y me tiré al monte decidida a dedicar 365 días a aquello que más me llenaba>>, rememora Tania con una sonrisa nostálgica y orgullosa, como dibujando aquellos primeros pasos en soledad por la montaña que -sin que ella lo supiera - la estaban acercando a su vida soñada.

Tania la Guardiana de las Montañas


          <<Mi primer viaje por el monte sola  y con la intención de tirar allí días, fue a los puertos de Agüería. Pasé 9 días recorriendo esa zona, durmiendo en cuadras abandonadas o haciendo vivac, con un saco  y una funda como pertenencias sagradas. Cuando la comida se empezó a terminar,  decidí bajar a descansar y recargar la mochila y, en Tuiza, un paisano que conducía un 4X4 se paró a hablar conmigo y se ofreció a acercarme a Campomanes. Era Gelito. Y aquel viaje con él de vuelta a casa volvió a cambiarlo todo>>, continua, dejando caer que el inicio real de la aventura comenzó tras aquel encuentro. y así fue.


Una pequeña cabaña en las Ubiñas sin luz ni agua fue el primer hogar montañero de Tania

        Resulto que aquel buen hombre tenía una cabaña en las Ubiñas a la  que ya nunca iba. Y al conocer los planes de Tania se la ofreció de forma desinteresada, para que  estableciera allí su campamento base de aventurera. Y resultó también que Tania no se lo pensó, y aceptó aquel ofrecimiento de buena gana, feliz, sintiendo que la 
vida la estaba llevando justo donde quería estar.


Cabaña en las Ubiñas con nieve

          A los pocos días quedaron. Gelito le entregó las llaves e indicaciones y, sin esperar, Tania se mudo a las alturas de las Ubiñas. <<Me encontre con un lugar precioso equipado con lo básico; una litera, una mesa, una silla, una chimenea, una cocina de gas y una fresquera. 


Tania en su refugio del Meicin, la guardiana de la montaña

          Durante las primeras semanas me dediqué a limpiar, quitar goteras, almacenar leña, subir y bajar para portear comida y llenar una pequeña despensa. Me levantaba muy temprano y hacia cumbres, regresando a primera hora de la tarde para preparar el invierno. Puedo decir que la aclimatación a mi nuevo hogar fue agradable, estuvo llena de ocupaciones y el tiempo paso veloz>>, cuenta, recordando como se enraizó al entorno de la montaña hasta el punto de que sus excursiones a la civilización, sentía la velocidad, el ruido, el perfume de la gente o el olor de la contaminación intensificados de forma desagradable.


Tania en invierno frente a su casa


          <<Cuando pasas días y días en completa soledad, cuesta mucho tener una conversación con alguien. Y cuando esa soledad es en las montañas, caminando y viviendo con lo justo, los sentidos se acostumbran al aire puro, al silencio sin ruido y al olor de la naturaleza hasta tal punto que las sensaciones de la ciudad se vuelven desagradables. Cada vez que regresaba a la cabaña me sentía en paz>>. 


El refugio del Meicin enclavado en las montañas - quitando la nieve de las placas solares


            Y así, haciendo  de aquella cabaña su casa, sin prisas pero sin pausas, llegó el invierno, y con él el frío, la nieve y la soledad absoluta. <<Nevó y nevó hasta que la cabaña no se veía más que el capuchón de la chimenea. Tenía que palear la nieve todos los días, de dentro hacia afuera, para no quedarme encerrada; abría un agujero a paladas y esguilaba por él para salir. También establecí una rutina que me llenaba: levantarme temprano, desayunar fuerte y salir a caminar hasta las cinco. Luego, regresaba, encendía fuego, cenaba, leía, escuchaba la radio y me dormía temprano para poder madrugar al día siguiente>>.




          Transcurrieron así casi dos años: veinte largos meses, muy especiales, viviendo en aquella cabaña apartada, con los lobos, los rebecos y los raposos como vecinos, aprendiendo los secretos de las montañas de la Ubiñas hasta que el destino fue en su busca. <<Un día  me contactaron para contarme que salía a licitación el refugio del Meicin, animándome a presentar un proyecto y diciéndome que yo era la persona idónea: conocía muy bien la zona, la tenía muy pateada y parecía el trabajo ideal. Presente el proyecto basado en vivir arriba todo el año y consumir productos de cercanía. Y, de repente me convertí en titular del Meicin y en la primera mujer guarda de refugio de montaña>>. 


Cuando llegué al refugio no funcionaba nada


          Hoy, 9 años después de presentar aquel proyecto, Tania Plaza continua al frente  del Meicín: viviendo, guardando, guiando y cocinando para las muchísimas personas que pasan por allí a lo largo de todo el año. Enamorándose, cada día otra vez, de la mole de montañas  que la rodean.
       Los primeros tres años estuvo sola e hizo  de la buena cocina con productos de cercanía su bandera. Luego Gumo -su marido- se decidió acompañarla. Juntos forman un tándem perfecto que lleva 6 años dando vida aun refugio -que además de aconsejar, guardar, ofrecer pernocta, ayudar, rescatar, dar comidas y cuidar la zona, trabaja por la sostenibilidad y los productos de cercanía, poniendo en valor las huertas, las tiendas y los comercios de barrio: <<jamás hemos comprado nada en una gran superficie, todo lo que se consume aquí es de Km cero. También tenemos placas solares, instalamos una caña de cerveza para eliminar los botes y botellas, hacemos aprovechamiento máximo de los productos para no desperdiciar nada, tenemos estufa de pellet y, si usamos leña, siempre recogemos la que ya está en el suelo, sin cortar una sola rama>> narra orgullosa.





        Su historia demuestra que los sueños, si se eliminan los miedos, pueden convertirse en realidad: ella quería vivir en la montaña y, ahora, la alta montaña y un refugio perdido en las Ubiñas son su hogar y su forma de vida.  Ya, después conoció a su  marido y compañero Gumo y juntos trabajan una historia preciosa al frente del refugio del Meicin.


Boda de Tania y Gumo


         Uno siempre puede caminar hasta el refugio del Meicin, ponerle cara  y disfrutar de un buen plato montañés en una terraza con vistas únicas donde el lema principal (un mantra  que Tania repite siempre) es: <<Salud, Amor y Montaña>>.


Tania y Gumo junto al refugio (su refugio)

        

Todos trabajando



          
LA GUARDIANA DE LA MONTAÑA














































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