lunes, 6 de junio de 2022

          Estrozandobotes per Asturias me lleva esta vez a la vega Urriellu y conocer un poco más a un gran hombre dedicado a la montaña, yo no tengo el gusto de conocerle personalmente, pero hemos hablado algunas veces a través del Facebook, he pasado muchas veces al lado de su casa para llegar a un estupendo mirador en Sotres, el pueblo que más me gusta de Asturias y donde tengo algunos buenos amigos

DE MONTAÑA POR ASTURIAS

Picos de Europa

    MÁS DE TRES DÉCADAS GUARDANDO EL URRIELLU

          Justo en la base del picu Urriellu está el refugio, y pudiera decirse que dentro de él, habita una persona que lo inauguró acumulando una vida entera bajo su inmensa silueta y su sombra alargada.


Refugio del Urriellu

          Para comenzar esta historia tenemos que retroceder al verano de 1972. Por esas fechas, un joven niño de Sotres, acompañaba a su madre montaña arriba. Van en busca de un animal extraviado que les es muy querido. Se adentran, con mucha atención, en el corazón de los Picos de Europa, que aún estaban muy inexplorados. Dan muchos pasos y llegan a la vega de Urriellu donde, por primera vez, el niño contempla muy de cerca el paisaje rocoso que tantas veces había observado en la distancia, cada día, yendo camino de la escuela, jugando en la calle o mientras ayudaba en las tareas de la casa. Le fascina.   

          Además, está esa inmensa roca, a la que algunos llaman <Naranjo> por el tono que su piedra coge en los atardeceres: una mole de caliza que se eleva a 2.519 metros, destacando en la galería rocosa que forma el horizonte de Picos y que, vista de cerca, impresiona por su belleza y verticalidad  desafiante. El silencio absoluto, la fuerza imponente de las montañas, la visión del mar en el horizonte y la soledad de esas alturas quedan grabadas, para siempre y en forma de recuerdo agradable, en la mente de aquel niño, que paso la noche junto a su madre a la vera del Urriellu y regresó al hogar sintiendo que había algo allá arriba que le había robado el alma.


Niebla, nieve y tonos azules invernales en el picu Urriellu y su refugio

          Aquel niño se llamaba Tomás Fernández López. Y jamás, a pesar del deleite sentido, se planteó un futuro vinculado al picu Urriellu. Sin embargo, la vida es caprichosa y cargada de señales que se interpretan mejor de que pasan y volvió  a llevar a Tomás junto al Picu, algunos años después, siendo ya un hombre joven y no aquel pequeño fascinado agarrado de la mano de su madre. Y, además, no iba a pasar una noche, ni en busca de un animal perdido: ahora subía para quedarse, inaugurar un refugio de montaña y a convertirse en guarda del lugar. una aventura que le llevaría a pasar allí más de 7.000 días, o lo que es lo mismo, más de 20 años, viviendo, durmiendo y aprendiendo a la sombra del <<Naranjo de Bulnes>>, teniendo como vecinos los picos más altos de los Picos de Europa.

Tomás Fernández junto al Urriellu, cuyo refugio lleva guardando más de treinta años

          <<Yo terminaba de volver de la mili y conocí un joven chaval de 17 años Erik Pérez, que soñaba con ser guía de montaña en Picos de Europa, poniendo en marcha refugios de calidad y excursiones por las cumbres y recovecos más impresionantes de la zona, de los que estaba enamorado. Decidimos asociarnos y tratar de poner en marcha aquel sueño y lo conseguimos: gracias al empeño y a la cabeza increíble de Erik, que con aquella idea revolucionó mi vida y me llevó de nuevo al Urriellu, regresando de nuevo a mi mente aquella sensación de paz y calma que había sentido de niño, cuando subí allí con mi madre>> recuerda, trayendo al presente todas las dificultades que Erik y él salvaron hasta conseguir que en Vegarredonda y Urriellu hubiera sendos refugios y que en los Picos de Europa hubiese un turismo de calidad, bien guiado y bien seguro.
          Luego, repasa las sensaciones, las primeras que se le vienen son las de hacer balance de tantos años en ese lugar inhóspito, viviendo allí todo el año:<<Allí arriba todo es virgen, imponente...el lugar te ayuda a abstraerte de todo, de la realidad de ahí fuera, de las cosas feas...los inviernos, completamente solo allá arriba, son una experiencia única, si eres capaz de alejar todos los miedos y vivir el presente absoluto, la soledad que allí se vive es casi adictiva. Muy dura, pero llega a echarse de menos>> reflexiona, calculando la cantidad de inviernos que pasó en el refugio, en completa soledad, con una sensación térmica de -20 grados y dos metros de nieve afuera, durante semas enteras sin hablar con nadie.
          <<El contraste de invierno a verano es muy fuerte, pasar de estar completamente aislado, viviendo en el silencio total, a atender a miles y miles de personas en temporada de verano>> cuenta.         

A las puertas del refugio de Urriellu en una jornada jornada de verano

          Pero de las miles de personas que pernoctan y pernoctaron ahí arriba, el récord de noches bajo el Urriellu sigue siendo de Tomás que, tras tres décadas largas unido al refugio y dos de ellas sin cerrarlo nunca - ni siquiera en el más duro invierno - es ya parte del lugar y, desde luego, perfecto conocedor de la logística implícita al refugio, ese pequeño edificio a los pies del Picu que, hace un mes exacto, volvió a abrir sus puertas dispuesto a mantenerlas abiertas 9 meses seguidos, hasta que se acorten de nuevo los días, las temperaturas desciendan bruscamente y el silencio y la soledad absoluta se adueñen de nuevo de la vega donde se asienta.


            <<Antes se pasaba allí el invierno pero ahora ya no, se cierra por temporada invernal y vuelve abrirse en primavera. Este año, hace ahora un mes que subimos para abrir y nos encontramos un montón de incidencias provocadas por los fuertes vientos y los temporales invernales, las cañerías están congeladas, las cisternas no funcionan, las placas solares volaron...además, alguien utilizo el vivac que se deja preparado pero olvido cerrar la puerta al irse, así que lo encontramos lleno de nieve y de desperfectos. En resumen, la actividad de estos primeros días es compleja y consiste, lo que más, en solucionar estos desaguisados. Y claro, no es fácil, por que no es lo mismo necesitar un fontanero en Oviedo, o incluso en Sotres, que estando en el Urriellu... los tiempos cambian ligeramente... hay que echarle paciencia y aferrarse mucho al poco a poco y a las soluciones expres>> explica, con cierto humor  e ironía.        

Tomás Fernández con su amado refugio de Urriellu en una foto de archivo

          Cuenta también Tomás que los almacenes de comida básica (pasta, legumbres, conservas, café, mermeladas, aceite...) se llenan dos veces al año (a mediados de verano y al final de temporada) a provechando el auxilio de los helicópteros para llenar la despensa por toneladas, mientras que las viandas frescas se suben regularmente con caballos y un porteador, Arturo Mier quien hace el camino a Urriellu dos o cuatro  veces a la semana cargando los productos frescos (como pan, frutas y verduras) para llenar las neveras del refugio. De esta manera, consiguen dar un servicio de cocina bueno y completo, atendiendo la máxima calidad a las muchísimas personas que pasan por el refugio, que actualmente tiene una capacidad para 64 personas y requiere una reserva previa (a través de la web de refugios de Picos) con el fin de llevar a cabo una organización óptima.




          Pero más allá del funcionamiento del sitio y de las normas básicas para acceder a él, lo que Tomás atesora y mejor cuenta es la experiencia, dilatada durante más de 30 años, vivir en plenos Picos de Europa. Una experiencia intensa que ha definido su ser, con una marcada personalidad, algo de mal genio y un gusto intenso por estar solo, deleitándose, con cosas como la visión de los barcos que viajan por el Cantábrico, la variada y rica flora del lugar o la observación del ir y venir de los cientos de pájaros que por allí transitan.
        En sus recuerdos, también quedan guardadas miles de vivencias , desde duros rescates de montaña, encuentros con alpinistas míticos o los muchos encuentros fortuitos con todo tipo de fauna salvaje, desde los rebecos, los lobos y los urogallos hasta ejemplares de animales que ya no suelen verse en esas agrestes y altas zonas: <<El día de mi cumpleaños del año 92, vi un oso paseando por la vega Urriellu. Era un ejemplar adulto. Hacía como 80 años que no se registraba presencia de osos en esa zona y fue todo un  regalo ser testigo de su paso. También, hace como veinte años, saliendo a dar una vuelta para estirar las piernas, con raquetas y en pleno invierno, nos encontramos con un precioso ejemplar de lince, cruzando por debajo de la vega...>>, rememora, sintiéndose privilegiado por ser y haber sido testigo del discurrir vital de un sitio tan único, inhóspito y apegado al corazón de Asturias y los asturianos.


          Aquellos que conocen bien el lugar, bien lo saben: Tomás Fernández es ya parte de la idiosincrasia misma del Urriellu. Y un año más, casi como de continuo desde 1991, todos los que visiten la vega Urriellu y el refugio que la ocupa pueden encontrarle allí, dispuesto a contar historias, acompañar una charla, echar una bronca oportuna - si se tercia - o identificar un ave colorida o una flor diminuta por su nombre y señas. Junto a él, todo un equipo de profesionales, conformado por dos guardas más (Iñigo y Sergio) y casi una docena de trabajadores dispuestos  a recibir, sentar a la mesa y dar buen refugio a todos aquellos que quieran acercarse al picu Urriellu, para admirarlo o escalarlo, atesorando la experiencia de dormir y vivir, aunque sea unas horas, bajo su sombra alargada.

Recogido de el Comercio

MARA LLAMEDO  jueves, 21 de abril de 2022



                               

El REY, EL URRIELLU